Enrique Jacob calló como momia cuando estaba Del Mazo

Enrique Jacob

El diputado local, Enrique Jacob Rocha, se envalentonó en días pasados y tras la salida de Alfredo Del Mazo del gobierno del Estado de México sacó a relucir su larga lengua.

Se le olvida a Jacob Rocha que cuando fue secretario de desarrollo económico del Estado de México en la administración delmacista dio nulos resultados, quizá por ello su paso por esa dependencia estatal fue calificada por muchos como una beca que se ganó cuando coordinó por escasos meses la campaña del primo de Enrique Peña Nieto, antes de ser relevado por el desaparecido Ernesto Nemer.

Enrique Jacob se atreve a calificar los nombramientos del gabinete de la gobernadora Delfina Gómez Álvarez como blandos, que “dejan mucho que desear” y que son el pago de compromisos para Horacio Duarte e Higinio Martínez. Se le olvida cómo es que se ha hecho de sus cargos como diputado local y federal, los que evidentemente no ha obtenido por su óptimo desarrollo como “brillante economista”.

Pero como dice el dicho, cuando sale el gato los ratones hacen fiesta, y con Jacob Rocha eso no es la excepción, pues todavía no terminaban de mudarse a Lerdo 300 los nuevos integrantes del gabinete, cuando sentenció que no darán el ancho debido a los retos de la entidad mexiquense.

Los señalamientos del fifí de Naucalpan (estudió en la Universidad Anáhuac y el Tec de Monterrey) hacia su propio partido sobre la posible falta de liderazgo, son muestra de que con berrinches quisiera él ser quien llenará los zapatos del gobernador. Un desplante que incomoda a propios y ajenos, no solo por el despropósito de la declaración, sino por la osadía de pretender alcanzar algo que le queda muy lejos.

Mucho tendrá que explicarle al nuevo gobierno de su paso por el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM) porque de algún lado le ha salido el dinero para darse la gran vida y colocar a su hijo Enrique Jacob García en la Secretaría de Desarrollo Social y en la Secretaría del Campo, sin ningún otro mérito que los apellidos.

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